Una pierna a la derecha, la otra estirada a 90 grados y ambos brazos flexionados mientras la espalda cruje por el esfuerzo... En nombre del “buen” sexo nuestra cama puede convertirse en una pista de acrobacias. ¿Vale más ser creativos o evitar los calambres?
“Desde nuestra primer incursión sexual, el aprendizaje informal nos moldea y hace que siempre repitamos las mismas posiciones por costumbre. No obstante, el universo de opciones es amplio y nos permite innovar un montón. Según nuestra fisonomía hay poses que potencian los orgasmos y otras que los dificultan”, explica el sexólogo Marcelo Figueroa Albor.
El motivo es que nuestro cuerpo no es de plastilina y para alcanzar algunas zonas de placer (como el clítoris, el punto P o el punto G) debemos tener en cuenta el tamaño o grosor de nuestro pene o del canal vaginal.
En el recuento de intentos fallidos sobran las pomadas antiinflamatorias. “En el consultorio es frecuente escuchar a pacientes que se quejan de sufrir tirones y dolores lumbares o cervicales por intentar alguna posición que vieron en el porno. Es importante priorizar la comodidad, la soltura natural del cuerpo. Igual que con el deporte, si forzamos la musculatura (sin estirar ni precalentar) podemos salir lastimados”, advierte.
Ellas y ellos prefieren...
En lo referido a preferencias eróticas, los contrastes de género siempre están a la orden del día.
“Por cuestiones psicológicas y socioculturales, los hombres disfrutan más de las posturas que les permitan un paneo general del cuerpo (en especial de los senos) y controlar el acto. Además, la excitación aumenta al ver los cambios en las expresiones faciales de sus parejas”, comenta la sexóloga Melina Vega. Por dar algunas opciones podemos googlear las posiciones “loto” o “cortesana”.
En cambio, en las mujeres priman las secuencias que permiten oler el aroma de su pareja, aferrarse del pecho o de la espalda o acercan al oído la respiración entrecortada del amante.
“Para quienes andan indecisos en las performances, el ‘perrito’ es una de las poses con mayor asertividad. Entre los vínculos heterosexuales, una sugerencia es implementar el ‘sometido’ (o la ‘vaquera invertida’). Para esto el hombre se acuesta boca arriba y la mujer permanece encima, de espalda. La visión directa de la cola y los movimientos del cabello prenden chispas”, detalla Figueroa Albor.
En autos y baños
Con el sexo acuático es posible pasar de un splash a la visita a urgencias. Para evitarlo Vega recomienda colocar en la ducha o bañera una alfombra antideslizante y evitar recargar nuestro peso completo sobre el otro.
“Por el suelo resbaloso la capacidad de estabilidad es menor. Por eso, es preferible mantener relaciones sentados, de rodillas o de espaldas y contra la pared. Esa idea de las películas con la mujer encima y ambos parados mientras el agua cae es muy riesgosa y necesitamos una excelente condición física para sostener y movilizar con soltura nuestros cuerpos mojados”, señala.
Con la fantasía del sexo en un auto, la clave es recurrir a posturas “por acople”. “El espacio reducido es óptimo para intentar las poses de ‘cabalgata’, ‘balancín’ o ‘doble jaque’. La segunda vale solo para el asiento de atrás: el hombre se sienta en el borde y la mujer encima con las piernas cruzadas en postura de indio, las piernas deben rodear la cintura de la pareja. El boom es que ambas estimulan la zona G y el clítoris al mismo tiempo”, especifica la especialista.
Para los apasionados por el aire libre los requisitos cambian: es mejor intentar poses en las que estemos parados y frente a frente para evitar que nuestros genitales sean expuestos a bacterias y a la suciedad natural del ambiente.
Sumar “recursos” a nuestra vida íntima implica estar abiertos al juego y al autoconocimiento. Para variar la pose ‘del misionero’, algo usual es que la mujer se ubique arriba del hombre y tome las riendas del asunto.
“Esto puede crear incomodidad porque actos así se asocian simbólicamente a relegar el poder de decisión. Entonces, ante el pedido, la mujer se siente vacilante y desconoce la forma de encarar los movimientos. Además (en caso de ser una sugerencia femenina) la pareja cuestiona sus capacidades”, argumenta el profesional.
Autoestima
Otros “nunca” o “ni pensarlo” se relacionan con la autoestima. “Es común querer ser atractivo, pero esto lleva a que muchísimas mujeres detengan su deseo y piensen -en pleno acto- sobre si se les nota la panza o la papada. Incluso surgen dudas sobre la adecuada depilación o el rechazo a ser tocadas en determinadas áreas (por ejemplo, la cola o el estómago)”, retrata el sexólogo.
La solución es dejar de buscar la anatomía perfecta y concentrarse en lo que podemos ofrecer. “Por inseguridad la mente continúa torturándonos sin que disfrutemos al 100% y la pareja lo nota. Hay que entender que, de haber llegado a una instancia sexual, al otro ya le atraemos. El sexo también debe ser un espacio para confiar”, acota Vega.
Consejos
Una vez que nos decidimos a cambiar de ángulos y engranajes, Figueroa Albor aconseja hacer un repaso mental de las zonas con mayor potencial sensitivo propias y ajenas.
“La sincronía sexual es fundamental y por ahí, en la emoción de experimentar, cometemos el error de precipitarnos a posiciones que se sienten mal o no cumplen con nuestras necesidades. Por ejemplo, hay algunas que requieren contraer bastante la cola o pelvis y ejercer una buena presión con las piernas. Al avanzar en edad los músculos se estiran y pierden turgencia por lo que intentar poses similares nunca nos llevará al orgasmo”, aclara.
En el intermedio Vega sugiere adaptar “lo clásico”. “Pasar de la cama al sillón o la mesa también hace que nuestros hábitos sexuales adquieran un gusto distinto. La misma postura puede ofrecernos sensaciones especiales al rozar texturas desconocidas. Además, hay algunas posiciones perfectas para el after por su nivel de compromiso emocional. La cucharita es súper recomendable para el sexo mañanero o durante el embarazo”, agrega.
El último peldaño es saber divertirnos con el contorsionismo. En los sex shops venden sets de cartas o dados (con posturas y acciones del tipo “besar”, “lamer”, “tocar”) para que el azar indique nuestros movimientos.